Publicado 1990-09-01
Palabras clave
- nupcialidad
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Métrica
Resumen
En un mercado matrimonial, como en cualquier tipo de mercado, uno de los elementos importantes que determinan el número de transacciones (uniones) que se llevan a cabo al interior del mismo, es el grado de equilibrio existente entre el número de oferentes y demandantes de un producto determinado, que en este caso particular y complejo es un producto sociocultural específico: los mismas oferentes y demandantes, es decir, la población de ambos sexos en edad casaderas (solteras, entre los 12 y los 50 años) expuestas al riesgo de unirse.
El objetivo de este trabajo es presentar los resultados obtenidos al estimar qué tan balanceada, numéricamente, se encontraba la población casadera mexicana de 1980, en función de su estructura por edad y sexo, así como del calendario de su nupcialidad. Esta estimación se realizó tanto a nivel nacional como estatal, utilizando como fuente de información al Censo de 1980, corregido por subenumeración y mala declaración de la edad. Para realizarla se construyeron dos indicadores: la relación de femineidad por edad individual y la relación de femineidad por grupo de edad. Ambas son similares al conocido índice de masculinidad, con la diferencia de que, por un lado, relacionan a hombres y mujeres casaderas entre los que media una cierta diferencia de edades, de acuerdo con las tendencias previas a 1980, observadas en la población mexicana al momento de unirse por primera vez: por otro lado, hacen referencia a la edad o grupo de edad de las mujeres y no a la de los hombres.
A través de los resultados obtenidos se observa que es posible agrupar a 28 de las 32 entidades federativas del país en seis diferentes pautas en cuanto al comportamiento de su relación de femineidad por edad individual. De éstas, sólo una muestra un mayor número de hombres que de mujeres en la población soltera mayor de 23 años, la que agrupa a las entidades de Hidalgo, Baja California Sur, Nayarit, Quintana Roo, Sinaloa y Sonora. En las cinco pautas restantes, en las cuatro entidades calificadas como “atípicas”, así como a nivel nacional, también se observa un marcado desbalance, sólo que éste se presenta en forma de déficits de hombres (o superávit de mujeres). Estos resultados son corroborados por las relaciones de femineidad por grupo de edad. En general, puede decirse que la región centro norte del país es la más afectada por este fenómeno, ya que las entidades con mayores desequilibrios al interior de sus respectivos mercados matrimoniales fueron Zacatecas, Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Aguascalientes.